EL MILITANTE SALTA – POR LIZI MEJÍAS. – La historiografía argentina, si bien con justeza, ha perpetuado el nombre de los grandes hombres de la Patria, sin embargo, una pléyade de mujeres supieron contribuir valerosamente a la Causa de la Emancipación. Porque la Guerra de la Independencia no sólo se libró en los campos de batalla, sino también, en los hogares, en los saraos vespertinos, en el comercio del menudeo, incluso en las alcobas…
En la provincia de Salta, este aporte femenino fue particularmente significativo, porque el General Güemes les abrió el espacio de participación y aquellas mujeres descollaron ya como agentes de inteligencia, ya liderando partidas en el frente de combate.
Para comprender en toda su dimensión el proceso güemesiano, junto a las acciones propias de la guerra, poco estudiado es el carácter social del gobierno del General Güemes, que no sólo fue un estratega de talla similar al General José de San Martín, que de hecho, lo nombró su mano derecha en la ejecución del Plan Continental o “Plan Tenazas”, sino que fue además un líder social.
En efecto, bajo el gobierno de Martín Miguel de Güemes, en Salta tomaron formato institucional y político lo que recién un siglo y medio más tarde se llamarían políticas sociales: inclusión social, igualdad de derechos, equidad en las cargas públicas, y por supuesto, lo que podríamos hoy afirmar que fue la primera política que contempló el feminismo, porque las mujeres jugaron un papel decisivo en aquellas jornadas donde se jugaba la Independencia de la Patria.
El paradigma de la mujer liberada y liberadora de aquella época es sin duda, María Magdalena Güemes de Tejada, conocida cariñosamente como «Macacha», quien desarrolló una tarea tutelar entre el gauchaje como colaboradora inmediata de su hermano Martín como consejera, emisaria, espía y líder política.

Precisamente, “Macacha”, además de tejer el hilván de la inteligencia militar, encarnó la mística del sentir güemesiano en materia social jugando un rol crucial en la asistencia social al más desposeído de todos los habitantes de aquella Salta tan hispánica: el gaucho. De allí que pasara a la historia también conocida como “La Madre de los Pobres”.
Dueña de una valentía, astucia y compromiso inquebrantable con la Causa emancipadora, su carisma y capacidad diplomática le permitieron mediar en conflictos y asegurar alianzas cruciales para la causa independentista cumpliendo un rol determinante nada menos que en lograr la firma del “Pacto de los Cerrillos” entre el General Güemes y el General José Rondeau, que evitó una guerra entre hermanos y permitió nada menos que la celebración del Congreso de Tucumán que declaró la Independencia.
A pesar de las adversidades, Macacha se mantuvo firme en su compromiso como defensora incansable de los derechos de los pobres y marginados, ganándose el respeto y la admiración de la población salteña. Con una vida marcada por el sacrificio y la dedicación a la libertad de su Patria, su legado perdura como símbolo del valor de las mujeres cuando se comprometen con una Causa patriótica y social.
Carmen Puch de Güemes: La sublimación del amor
Si bien, gran parte de su vida se vio eclipsada por la figura de su esposo, Carmen Puch de Güemes tuvo un papel significativo en la historia de la independencia y en la vida social y política de su tiempo, constituyendo un apoyo incondicional a la causa patriota, ofreciendo refugio y asistencia a los soldados heridos y colaborando activamente en las labores de espionaje y recolección de información vital para los patriotas. El hogar de Carmen fue un centro de operaciones y refugio seguro para los combatientes.

Pero el papel que la historia recuerda y destaca son los desafíos personales que debió asumir tras la muerte del General Güemes, sobrellevando dificultades económicas y sociales. A pesar de todo, supo mantenerse firme, dedicada a la educación y cuidado de los hijos.
Sin embargo, el dolor por la pérdida de su amado esposo deterioró su alma y su cuerpo, falleciendo a la temprana edad de 23 años, dejando como legado la cátedra superior que cuánto puede la mujer concurrir en apoyo del hombre que ama, diciéndonos de ese compromiso superior que se cumple hasta agotar la vida misma.
Allá van también los nombres de otras mujeres que jugaron su vida en la tarea de luchar junto al Gauchaje, como María Loreto Sánchez de Peón, que utilizó su posición social para recolectar y transmitir información vital a las fuerzas patriotas, siendo una figura importante en la red de espionaje independentista.
¡Qué decir de Martina Silva de Gurruchaga! Que participó activamente en la organización y apoyo logístico de las fuerzas patriotas, incluso financiando y suministrando a las tropas con sus propios recursos y tuvo un rol protagónico y decisivo en la Batalla del 20 de Febrero de 1813, ayudando al General Manuel Belgrano.
Diremos igual de doña Candelaria Rodríguez, mensaje y espía que supo proporcionar información crucial a los patriotas y doña Juana Moro de López, que destacó junto a su marido, el coronel Lorenzo López, recolectando fondos y recursos para la Causa.
Diremos igual de doña María Petrona Arias, que ayudó a organizar la defensa de Salta, contribuyendo con su hogar como refugio y centro de operaciones para los patriotas. Y doña Vicenta Ocampo, manejando la logística y el apoyo moral a las tropas, además de participar activamente en la red de espionaje y comunicación.

Los bronces y los nombres de nuestra historia local no han de ser sólo un momento para la recordación épica, sino la inspiración a las mujeres de nuestra actualidad, a nuestras mujeres, de cuánto pueden aportar en estos nuevos desafíos que propone esta nueva guerra de recursos, donde ellas deben enfrentar la batalla diaria por la supervivencia de la familia.
Valor, decisión, coraje cívico y sobre todo compromiso, son categorías que deben inspirarse en aquellos nombres que jalonaron nuestra historia para que hoy, podamos librar esos combates diarios y construir los cimientos de una nueva argentinidad, como dice el Preámbulo de nuestra Constitución Nacional: “Para nosotros y para nuestra posteridad…”