EL MILITANTE SALTA – POR IGNACIO UNZUÉ. – Por un principio general, todo el mundo tiene algún “raye”; quién más, quien menos, puede padecer algún tipo de patología, pero siempre dentro de un rango que podría denominarse “de inocencia”. Pero es muy distinto tener desórdenes mentales y ser el presidente de la Nación.
Juzgamos así, diremos, en devolución y diagnóstico tan apresurado como el que el señor presidente de la Nación tuvo para con todos los argentinos a quienes nos diagnosticó como pacientes de una “disonancia cognitiva”, que es una patología relacionada a un fenómeno psicológico por el cual una persona experimenta una separación o desconexión entre sus pensamientos, memorias, sentimientos, acciones o sentido de identidad.
La “disonancia cognitiva”, se refiere a la tensión o incomodidad mental que una persona siente cuando sostiene dos o más creencias, actitudes o valores contradictorios al mismo tiempo, o cuando sus acciones no están alineadas con sus creencias.
Supone que quienes no son libertarios están enfermos y ha llegado al extremo de pensar que quien no piensa como él es alguien que tiene un desorden cognitivo. Ni Cristina Fernández se atrevió a tratar a sus opositores de tal manera, aunque en abril de 2016, durante una entrevista televisiva con Roberto Navarro en el programa «Economía Política», se refirió a algunos de sus opositores como «una manga de estúpidos que repiten lo que les dicen por los medios». Por lo menos en este último caso el círculo de “estúpidos” podría considerarse relativamente más pequeño. Pero que la masa que no piensa como Milei está enferma, es demasiado. Así comenzó Hitler.
Consideradas, así las cosas, estaríamos ingresando en el peligroso y volátil espacio del fundamentalismo político y de tono religioso incluso, porque Javier Milei se autopercibe como un líder mesiánico y está autoconvencido de ser el referente de una nueva era de la “súper derecha” a nivel internacional. En su megalomanía, incluso a escala planetaria.
En las ultimas semanas ha nombrado como encargado de la prensa digital a un joven que dirige un portal de ultraderecha cuyos contenidos hacen recordar a los postulados de Paul Joseph Goebbels, el que fuera Ministro de Propaganda del Tercer Reich. Así las cosas, este presidente padecería de un extremismo peligroso que lo lleva a pensar en todos son comunistas. Lo peor, es que el comunismo ya no existe.
De esa manera y actuando como lo hace el presidente Milei, como ciudadanos podemos pensar que efectivamente, que él estaría afectado también de esta “disociación”, ya que demuestra uno de los caracteres de la patología como son «desconexiones» temporales, porque está distanciado de la realidad social, del padecimiento de millones que incluso lo votaron. Todavía más, hasta se podría llegar a pensar que su grado de afectación es más severo por mostrar trastornos de identidad disociativo, lo que antes se conocía como “trastorno de personalidad múltiple”, ya que asiste a la misa católica, pero usa “kipá” y ora ante el Muro de los Lamentos. Se enternece frente a los perros, pero no duda en condenar al hambre a los jubilados, y otros ejemplos por todo el mundo conocidos.
En suma, la sociedad argentina ha votado a Milei buscando un cambio, pero ahora resulta que ese cambio no sólo no se está operando en la medida de lo esperado, sino que además de la pobreza estructural que continúa subiendo, debe añadirse el peligro de estar caminando hacia una dictadura liberal-libertaria, donde quien no sea libre por decreto caerá en la peor esclavitud.