EL MILITANTE SALTA – POR IGNACIO UNZUE. – El periodismo ha sido desde los comienzos de este país un actor social preponderante. No sólo las plumas hablaron de política sino que hicieron política, la formaron.

Manuel Belgrano y Mariano Moreno comprendieron que la prensa era un factor decisivo en la política y la utilizaron. En el periodo constitucional, Bartolomé Mitre y los Alsina, debatían el proyecto que país que querían desde la prensa.

Hoy, la prensa cumple un papel fundamental en la democracia, un rol crucial en el funcionamiento de las democracias. Al informar, investigar y analizar, los periodistas proporcionan a la ciudadanía las herramientas necesarias para tomar decisiones informadas. En este sentido, el periodismo contribuye directamente al proceso político al facilitar el debate público y la rendición de cuentas de los actores políticos.

Sin embargo, en Salta, el periodismo no está cumpliendo ese papel de pensar para fortalecer la democracia. El Editorial, como pieza fundante de un criterio periodístico, prácticamente ha desaparecido. La línea editorial, como traza de un camino a seguir, tampoco se nota. Al decir de Bauman, el periodismo en esta provincia parece virar según el sentido de la corriente política.

El tiempo del “Cute and Paste”

Lamentablemente, y mucho se nota en los más jóvenes, parecen confundir hacer periodismo con copia y pegar noticias. Ni siquiera la foto le cambian a la noticia. El periodismo debe ser imaginativo, sagaz, punzante; tener la habilidad de causar un debate sin herir a los protagonistas. El tiempo de la batalla ideológica parece estar concluido. 

De la opinión pública a la opinión publicada

En el pasado ha quedado aquella capacidad del periodismo de moldear la opinión pública con valores. Hoy, no la moldean, sino que la deforman a través de contenidos baratos, surrealistas y sensacionalistas. La desaparición del enfoque de las noticias, los editoriales y las columnas de opinión, ha degradado al oficio que cada vez se vuelve más un mero portavoz de ideas digeridas por otro que ni siquiera entiende de periodismo. Así, la prensa ha dejado de ser un actor político de facto.

Emil Cioran, aquel célebre filósofo y ensayista rumano-francés conocido por su estilo literario distintivo y su perspectiva profundamente pesimista sobre la existencia humana, supo decir: “Un libro debe hurgar en las heridas…, provocarlas, incluso ¡Un libro debe ser un peligro! Con los artículos ocurre otro tanto. Claro, todo siempre en su justa medida, porque tampoco el periodismo debe ser un laboratorio donde se fabriquen explosivos.

El Activismo Periodístico

No hallamos, salvo contadas excepciones, en Salta, un periodismo de investigación de porte científico. Se confunde, no pocas veces, investigación con denuncia. El periodismo de investigación trabaja sobre todo el informe que busca promover cambios sociales y políticos. Sin embargo, esto también puede llevar a cuestionamientos sobre la objetividad y la imparcialidad de la prensa.

Ética y manipulación

El hecho de que el periodismo haga política también plantea preguntas sobre la responsabilidad y la ética periodística. Los periodistas tienen el poder de amplificar ciertas voces y silenciar otras, lo que requiere un compromiso con la verdad, la justicia y la equidad. La transparencia en las prácticas editoriales y la independencia de los medios son esenciales para mantener la credibilidad y la confianza del público. Esta es una naturaleza del oficio que en los últimos años se ha visto sumamente deteriorada.

El riesgo de la manipulación

Ligado inmediatamente con la ética, se presenta el riesgo de convertir al Medio en una herramienta de manipulación. En este punto juegan los intereses económicos y políticos que influyen en la agenda de los medios, llevando a una cobertura sesgada o parcializada. Este riesgo subraya la importancia de la diversidad de medios y la pluralidad de voces en el ecosistema mediático.

El periodismo militante

Esta definición está íntimamente ligada a la ética de la profesión. ¿Puede ser militante el periodismo? A priori, diremos que sí. De hecho, Belgrano y Moreno, lo fueron, Echeverría y Alberdi, y así. Pero, ya federales, ya unitarios, confrontaron ideas. Contribuyeron a crear el país desde sus artículos.

No vemos esa contribución en los días presentes. No se encuentran medios con ideas sino con chimentos. No se hallan pensamientos elaborados que puedan sugerir políticas sino críticas, algunas rayanas en la denostación más infame.

¿Será que ha terminado el tiempo del periodismo como aquel “Oficio más hermoso” que predicara Gabriel García Márquez?

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