EL MILITANTE SALTA – POR ERNESTO BISCEGLIA. – En la historia política argentina, pocas antinomias han sido tan emblemáticas como la de «Braden o Perón» en las elecciones de 1946. Este conflicto, que enfrentó al entonces coronel Juan Domingo Perón con el embajador estadounidense Spruille Braden, simbolizó una lucha entre el nacionalismo y la influencia extranjera. Hoy, algunos observadores sugieren que la confrontación entre Javier Milei y el Partido Justicialista (PJ) podría estar reviviendo esa histórica antinomia.

La campaña de 1946 fue marcada por la intervención del embajador Braden, quien apoyó abiertamente a la Unión Democrática, una coalición opositora a Perón. El Partido Justicialista, liderado por Perón, utilizó esta intervención para presentarse como defensor de la soberanía nacional frente a la injerencia extranjera. El eslogan «Braden o Perón» encapsuló esta lucha y resonó fuertemente con el electorado, ayudando a Perón a ganar las elecciones.
En la actualidad ¿Se polariza la situación «Milei vs. Partido Justicialista»?
La presencia de Javier Milei en la política argentina, ha venido a desafiar el estatus quo representado por el Partido Justicialista. Este enfrentamiento ha reavivado ciertas dinámicas históricas que nunca fueron perfectamente resueltas.
Podría quizás decirse que la sociedad argentina actual atraviesa como aquella de 1945, también cambios estructurales de incidencia internacional. Entonces fue la Segunda Guerra Mundial y hoy la Cuarta Revolución Industrial que está cambiando el formato social en todo el mundo. En medio de esta situación hay que preguntarse de qué manera los argentinos van a resolver el paso de un sistema terminado a una nueva realidad existencial y política.
En este punto es donde se verifica este punto de tensión ya que Milei representa “eso que viene y que en realidad ya está entre nosotros”, frente a una visión del Estado benefactor y donde la Justicia Social continúa siendo una bandera prima del Justicialismo. Aunque sean los propios funcionarios peronistas los primeros en no respetarla.
De hecho, que un personaje tan singular como Javier Milei esté en la presidencia de la Nación, obedece a la obstinación de un peronismo cooptado por la banda kirchnerista que vino “por todo” y para “quedarse para siempre”.
A la fecha, queda claro que en este país son sólo dos los modelos que comenzarán a disputar la supremacía política. Con el radicalismo desaparecido y referentes como Martín Lousteau y Facundo Manes, hablando de armar un gran frente nacional, sólo el Justicialismo ha quedado como figura rentable en pie.
Aquí es donde se produce la polarización y aparece el discurso populista. Tanto la campaña de Perón en 1946 como la de Milei en la actualidad han utilizado discursos populistas que apelan a las emociones del electorado, creando una dicotomía clara entre «ellos» y «nosotros». En el caso de Perón, fue «Braden o Perón»; en el caso de Milei, se podría decir que es «Milei o el sistema».
Pero, claro; aunque existen paralelismos, también hay diferencias significativas, como por ejemplo, el contexto internacional. Aquella antinomia «Braden o Perón» se dio en un contexto de posguerra y creciente influencia estadounidense en América Latina. Hoy, las dinámicas globales son diferentes, con múltiples actores internacionales influyendo en la política argentina.
Los personajes también son distintos. Perón era un militar y político con una visión clara de un Estado fuerte y una economía dirigida, mientras que Milei es un economista libertario que aboga por un Estado mínimo y la liberalización del mercado.
El enfrentamiento entre Javier Milei y el Partido Justicialista ciertamente tiene ecos de la histórica antinomia «Braden o Perón». Ambos contextos reflejan una lucha por la definición del rumbo político y económico del país, con un fuerte componente de polarización.
Las elecciones del año próximo son cruciales para los dos esquemas. La Libertad Avanza se juega su consolidación como espacio político y para entonces ya será un partido político organizado en el país, con presupuesto y caras nuevas.
Para el Justicialismo quedan dos opciones: presentarse como el partido tradicional que es, lo que en las actuales circunstancias le promete una derrota memorable; o bien, formar un frente o varios, a modo de una coalición para enfrentar a la Libertad Avanza.
Entonces fue Spruille Braden, el embajador norteamericano quien representó la oposición a Perón. Ahora, un Justicialismo disperso y desorganizado representará la lógica de los intereses nacionales y la defensa del Estado que Milei quiere destruir.
Todo vuelve en la historia, esperemos que en ese armado del Justicialismo, no vuelvan los mismos de siempre.-