EL MILITANTE SALTA – POR LIZI MEJÍAS. – Son horas difíciles para la Sudamérica democrática. Horas en que un pueblo hermanado con la Argentina por la historia, por la misma lucha que animó la Independencia y por el proceso histórico posterior, se debate en medio de una crisis que divide al país colocándolo al filo de una guerra civil.

La razón de la discordia es el miserable Nicolás Maduro, un personaje abyecto que pretende perpetuarse en el poder con el solo fin de continuar engrosando su multimillonaria fortuna y la del grupo de militares apátridas y empresarios, todos acusados de corrupción, narcotráfico y crímenes de lesa humanidad por los Organismos internacionales y el Departamento de Estado de Estados Unidos.

Este infame e inaceptable sujeto, ha osado invocar el nombre del General Perón y de Evita Perón, diciéndose “peronista” y “evista”, una categoría esta última inexistente para los argentinos y principalmente para los peronistas. Un enajenado perverso que declara “Con Perón y Evita voy” y “Ellos están nosotros”, y así otras iniquidades más que lo hacen recorrer todo el arco de las patologías del trastorno narcisista, paranoide y psicopático.

Esas expresiones “pseudo peronistas” en la boca de un dictador tan perverso, lesionan en la base a la doctrina peronista y mancillan la figura del General Perón y de la compañera Evita Duarte.

Como mujer y como peronista, entiendo un deber cívico y militante levantar la voz para repudiar del modo más enérgico las expresiones de este individuo, toda vez que ni Perón ni Evita Perón, fueron dictadores en el modo y la calaña en que lo es Maduro.

Tampoco fueron socialistas, y los desprevenidos que saludan al régimen venezolano desde la vereda del peronismo, lo hacen sin duda desde el desconocimiento, porque claramente el General Perón estableció el punto medio de ambas teorías, tanto capitalista como socialista, marcando la “Tercera Posición”.

Jamás el gobierno peronista masacró al pueblo en la forma en que lo hizo Maduro. Durante el peronismo no hubo un solo argentino que cruzara las fronteras huyendo de persecución alguna. En Venezuela, en cambio, los habitantes se derraman hacia los países vecinos y hacia la misma Argentina por millones, huyendo de esa dictadura.

El peronismo vino a traer prosperidad y progreso al país, igualdad social y posibilidades equitativas, mientras el chavismo que profesa Maduro ha hundido a los venezolanos en la pobreza, en la postergación y ha creado una casta de elegidos que tributan a la corrupción política y económica de un individuo sin principio moral alguno.

El General Perón, respetó a rajatabla a las Instituciones de la República, mientras Maduro cerró el Congreso venezolano y digita todo movimiento político, encarcelando a opositores. Sólo mujeres como las Madres de Plaza de Mayo que parecen haber olvidado su lucha en pos de sus hijos desaparecidos, apoyan a este individuo que ha hecho desaparecer a miles de hijos de mujeres venezolanas.

Por fin, cuando en el momento de la traición, cuando sus mismos camaradas militares en un sórdido y miserable contubernio con la oligarquía desalojaron al General Perón de la presidencia, él, en un acto de nobleza, prefirió el exilio inmediato antes que permitir que en su nombre se derramara una sola gota de sangre. Si acaso el suelo de esta Patria se regó con sangre de ciudadanos argentinos, fue a causa de la negación y la barbarie ejercita por los facciosos que encubiertos bajo el nombre de “Libertadora”, ejecutaron la política más criminal de persecución hasta entonces conocida.

Este Maduro por el contrario, ejecuta a su pueblo sin temeridad y sin piedad alguna y anuncia que derramará toda la sangre que sea necesaria para mantenerse en el poder. Desde su propia tribuna profetizó un “baño de sangre” si la oposición ganaba las elecciones. Y por estas horas, la ciudadanía venezolana se crispa ante la incertidumbre de lo que aguarda.

Por eso, como verdadera mujer peronista, es que me pronuncio en un acto de desagravio de la figura del General Juan Domingo Perón y de su esposa Evita Duarte de Perón, ante la ofensa cívica e histórica que representa que un miserable como Maduro se atribuya tildarse de peronista y ose decir que “Perón y Evita, serían socialistas”.

La doctrina jamás se negocia ni se mancha. Y la militancia jamás se rinde.-