EL MILITANTE SALTA – REDACCIÓN.-  Raimundo Ongaro, falleció a los 91 años. El mítico líder de la Federación Gráfica Bonaerense había sido un exponente del sindicalismo combativo en los años 60. Lideró la CGT de los Argentinos en 1968, cuyo periódico estuvo dirigido por Rodolfo Walsh. Fue encarcelado por los militares de la «Revolución Argentina», también en el gobierno de Isabel Perón, y la Triple A asesinó a uno de sus hijos. Partió al exilio en España. A su regreso, en 1984, retomó la actividad sindical.

Hay amigos que dicen que, en realidad, a Raymundo Ongaro lo mataron en mayo de1975, el día que un comando de la Triple A asesinó de once balazos a su hijo mayor Alfredo Máximo. Ese día, Ongaro estaba en prisión.

Por enésima vez, el dirigente gremial del peronismo revolucionario había sido detenido, esta vez por la policía de José López Rega. Se enteró del fusilamiento de su hijo por Radio Colonia. Ese día aceptó partir al exilio y muchos dicen que nunca volvió a ser el mismo.

Otro de sus hijos ya había sido obligado a refugiarse en el exterior y su hijo menor fue salvado por numerosos transeúntes cuando intentaban secuestrarlo en el centro de la ciudad. Ayer a los 91 años murió Raymundo Ongaro, dirigente del gremio gráfico desde los años ‘50, secretario general de la CGT y de la CGT de los Argentinos durante los años de la dictadura de Onganía, una parte de la mejor historia del movimiento obrero argentino.

Como dirigente sindical enfrentó a las corrientes del vandorismo que negociaban con los militares y dejó como legado su propia historia, la del sindicalista que defendió consecuentemente los intereses de los trabajadores, que sufrió persecución y ataques y que murió en la misma sencillez con que había empezado su carrera como dirigente sindical.

Su casa en el barrio de Los Polvorines fue en los años ‘60 un punto de encuentro de las agrupaciones del peronismo combativo, sobre todo las que militaban en el campo gremial. Había nacido en 1925 y en 1943 comenzó a trabajar como obrero gráfico. Había estudiado en colegios católicos y esa formación lo acompañó también en su militancia. Ongaro se asumía como un cristiano revolucionario y los comunicados de la Gráfica, cuya conducción ganó como candidato de la Lista Verde, estaban encabezados por una cruz verde y comenzaban siempre con la frase “Hermanos en Cristo”.

De una honestidad franciscana, junto con Jorge Di Pasquale, del gremio de Farmacia, expresó al ala más radical del peronismo gremial, aunque nunca se enroló en ninguna de las organizaciones revolucionarias de la época. Pero esa militancia le costó encarcelamientos, persecuciones, exilios y el asesinato de uno de sus hijos.

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