EL MILITANTE SALTA – POR ERNESTO BISCEGLIA. – En tiempos de cambios políticos, la necesidad de consenso y diálogo se vuelve más urgente y esencial que nunca. Nuestra democracia, tanto a nivel nacional como provincial, enfrenta desafíos que sólo pueden superarse si todos los sectores de la sociedad están dispuestos a colaborar y poner los intereses del país y la provincia por encima de cualquier diferencia.

El consenso no es simplemente una opción política, sino una obligación moral. Es imperativo que los líderes políticos, sociales y económicos entiendan que el bienestar de la nación o en este caso de la provincia depende de su capacidad para trabajar juntos. Las divisiones y los enfrentamientos sólo debilitan nuestra democracia y retrasan el progreso que tanto necesitamos.

El diálogo abierto y sincero es la herramienta más poderosa que tenemos para construir una sociedad más justa y equitativa. A través del diálogo, podemos escuchar y entender las preocupaciones y aspiraciones de todos los ciudadanos, sin importar su ideología o posición socioeconómica. Este intercambio de ideas es fundamental para encontrar soluciones que beneficien a todos y no sólo a unos pocos.

La historia nos ha demostrado que los periodos de mayor crecimiento y estabilidad han sido aquellos en los que se ha priorizado el consenso y el diálogo. En momentos de crisis, como los que vivimos actualmente, es crucial recordar estas lecciones y aplicarlas con más fuerza.

El cambio político operado en el país no debe ser visto como una amenaza, sino como una oportunidad para renovar nuestro compromiso con los principios democráticos. Es una ocasión para demostrar que, a pesar de nuestras diferencias, podemos unirnos en un objetivo común: el bienestar de nuestra gente.

En la provincia, la situación no es diferente. Las problemáticas locales requieren soluciones locales, pero también una visión compartida que trascienda los intereses partidarios. Es en las provincias donde la democracia se vive de manera más directa y donde el consenso puede tener un impacto más inmediato y tangible en la vida de los ciudadanos.

En ese sentido, es muy importante recuperar la democracia en los municipios donde algunos sienten que han sido coronados como reyezuelos del territorio y obran como los caudillos del siglo XIX. La participación vecinal es la herramienta para erradicar esa hierba mala del autoritarismo.

Es hora de dejar de lado las disputas y enfocarnos en lo que realmente importa. Necesitamos líderes que sean capaces de tender puentes, de escuchar más y hablar menos, de actuar con responsabilidad y de poner el bien común por encima de todo. Necesitamos ciudadanos comprometidos que participen activamente en el proceso democrático y que exijan a sus representantes un comportamiento ético y responsable.

La democracia es un logro colectivo que debemos proteger y fortalecer día a día. No podemos permitir que la polarización y el enfrentamiento la debiliten. Todos juntos, a través del consenso y el diálogo, podemos construir un futuro mejor para nuestra nación y nuestras provincias.

Es el momento de actuar con madurez y responsabilidad, de demostrar que somos capaces de superar nuestras diferencias por el bien común. Sólo así podremos garantizar una democracia sólida, inclusiva y duradera para las generaciones futuras.

Todos juntos por la democracia es más que un lema; es un llamado a la acción. Es la convicción de que, unidos, somos más fuertes y capaces de enfrentar cualquier desafío. Pongamos manos a la obra y demostremos que, en tiempos de cambio, somos capaces de estar a la altura de las circunstancias.

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