EL MILITANTE SALTA – REDACCIÓN. – Una obstinación pírrica, se puede decir, es el costo que estaría pagando el dictador, Nicolás Maduro, por mantenerse en el poder. Según informes desplegados por la prensa internacional, Maduro, vive sumido en un constante estado de paranoia. No se sube a un helicóptero, tiene pavor a volar en avión, incluso dentro del territorio venezolano, por miedo a ser víctima de un atentado. La desconfianza y el temor lo persiguen en cada aspecto de su vida diaria.
Su miedo a ser envenenado es tal que uno de los hombres más vigilados de Venezuela es su propio chef personal. El cocinero trabaja bajo la atenta supervisión de tres miembros de la guardia pretoriana de Maduro, incluyendo a un agente de origen cubano, quienes examinan minuciosamente cada paso del proceso culinario, desde la selección de los ingredientes hasta la adición de condimentos. La paranoia se extiende a cada plato que llega a su mesa.
Maduro tampoco encuentra descanso en la seguridad de su hogar. Apenas duerme en el Palacio de Miraflores, y cuando lo hace, es de manera excepcional y con gran aprehensión. Su residencia predilecta es un búnker fortificado en el Fuerte Tiuna, un vasto complejo militar en Caracas. En este refugio, llamado la Casa de los Pinos, el dictador se siente más seguro gracias a los túneles subterráneos que permiten un escape rápido en caso de emergencia. Esta red de túneles conecta con diferentes instalaciones militares, proporcionando rutas de huida en caso de levantamientos, insurrecciones, o incluso bombardeos.
Hace años, Maduro solía dormir en el cuartel de la montaña, junto al mausoleo de su mentor, Hugo Chávez. Sin embargo, parece que esos días quedaron atrás; ya no busca consuelo junto a la tumba del difunto líder. La nostalgia por Chávez se ha desvanecido, y lo único que persiste es el miedo.
Nicolás Maduro vive en un estado de alerta constante, temeroso de volar, de comer, e incluso de dormir en un solo lugar por demasiado tiempo. Este es el reflejo de un líder que, atrapado por su propio poder, vive asediado por el temor de que todo lo que ha construido se derrumbe a su alrededor.