EL MILITANTE SALTA – REDACCIÓN. – El veto de Milei al aumento de los jubilados refleja una profunda insensibilidad social al optar por no brindar un alivio económico a uno de los sectores más vulnerables de la sociedad. Los jubilados dependen en gran medida de sus pensiones para cubrir necesidades básicas como alimentos, medicinas y servicios esenciales. Al negarse a aumentar estas pensiones, se agrava la situación de aquellos que ya enfrentan dificultades económicas significativas. Esta decisión parece ignorar el contexto inflacionario actual y el impacto desproporcionado que tiene en quienes tienen ingresos fijos y limitados.

La narrativa del «mega ajuste» que Milei impulsa busca, en esencia, reducir el gasto público. Sin embargo, al centrar este ajuste en sectores como el de los jubilados, se evidencia una tendencia a hacer recaer el peso de la austeridad sobre los más desprotegidos, mientras se protegen otros intereses económicos más poderosos. Esto contrasta con la idea de una economía que debería estar al servicio de la población y no al revés.

Contradicción con Principios Liberales

Desde una perspectiva liberal, uno de los principios fundamentales es la maximización del bienestar individual y la protección de las libertades personales. Sin embargo, el liberalismo no necesariamente implica la desatención de las necesidades básicas de la población. El liberalismo clásico aboga por un Estado mínimo, pero también por un entorno donde los individuos puedan alcanzar su máximo potencial, lo cual incluye la provisión de una red de seguridad mínima para los más vulnerables.

El veto de Milei puede ser interpretado como contrario a estos valores, ya que no busca empoderar a los individuos para mejorar su situación, sino que les quita recursos en un momento crítico. Además, el liberalismo promueve la competencia y la meritocracia, pero en una sociedad donde los más desfavorecidos son dejados de lado, la verdadera competencia justa y equitativa se vuelve imposible.

La decisión de Milei no solo representa una insensibilidad hacia los jubilados, sino que también refleja una visión limitada de las políticas públicas, donde los ajustes recaen siempre sobre los mismos sectores débiles, en lugar de buscar una distribución más equitativa de las cargas fiscales y económicas. Esto no solo es una cuestión de justicia social, sino que también subraya una desviación de los principios liberales que supuestamente guían su administración. Un liberalismo que ignora las condiciones de los más desfavorecidos no es solo insensible, sino que también es incoherente con una verdadera búsqueda de libertad y prosperidad para todos los ciudadanos.