EL MILITANTE SALTA – REDACCIÓN. – En el complicado escenario político argentino, Javier Milei enfrenta una amenaza latente que se cierne como un arma cargada apuntando directamente a su cabeza. Este escenario no es simplemente una metáfora; refleja la realidad de la política argentina y la enseñanza que dejó el año pasado sobre la necesidad de acuerdos y consensos estratégicos.

La dinámica política en Argentina ha alcanzado un punto donde la clase política tradicional no solo ha conseguido un «arma» en términos metafóricos, sino que también ha cargado las balas y está lista para disparar. Milei, con su discurso incendiario y su rechazo a las estructuras tradicionales, se ha convertido en un blanco perfecto para una clase política que, ante la necesidad, sabe unirse en su contra.

Milei sostiene que la política tradicional ha disparado, y ahora se encuentra en una posición en la que debe vetar leyes y responder a un Congreso que ha conseguido los votos suficientes para neutralizarlo. Esto pone de manifiesto una enseñanza clave: en la política, es necesario tener acuerdos sólidos y un «centro» controlado para que «los dos tercios no te apunten como una pistola a la cabeza». Si no se logra este equilibrio, las facciones se alinean en su contra.

El conflicto se agudizó entre el jueves y el viernes, con diferencias inocultables entre Milei y su aliada, Victoria Villarruel. Las diferencias internas no solo son evidentes, sino que también son explotadas por sus adversarios. No hay interlocutores válidos ni una conexión efectiva con el Ejecutivo, lo que genera un “desorden” donde el caos reina.

Este desorden político es aprovechado por los adversarios de Milei. Los peronistas, kirchneristas, radicales y hasta los del PRO han demostrado que, cuando se trata de ponerse de acuerdo en contra de Milei, son capaces de alinearse sin problemas. Lo que queda absolutamente expuesto es que, a pesar de sus diferencias, estos sectores pueden encontrar un terreno común cuando sienten una amenaza en común.

El ex presidente Mauricio Macri se ha distanciado, afirmando que no pidió a sus senadores que votaran de determinada manera. Sin embargo, la realidad es que cuando se trata de enfrentar a Milei, las fuerzas políticas se ponen «blanco sobre negro» y actúan en conjunto.

La enseñanza de este episodio es clara: en la política, especialmente en Argentina, no basta con tener un discurso disruptivo o una postura radical. Es necesario entender cómo funcionan los acuerdos, los consensos y las alianzas para sobrevivir en un entorno donde, al menor descuido, los dos tercios pueden convertirse en un arma cargada apuntando a la cabeza del líder que se considere enemigo del sistema.

En conclusión, el «arma» de la política tradicional no es solo una amenaza retórica. Es real, tangible, y cuando se alinea con la intención de «desmenuzar» a un adversario, es letal. Milei debe encontrar la manera de construir puentes y formar alianzas estratégicas, o de lo contrario, corre el riesgo de quedar totalmente expuesto y vulnerable en un campo de batalla donde sus enemigos tienen «balas» y saben cómo usarlas.