EL MILITANTE SALTA – REDACCIÓN. – Mañana, 6 de Setiembre, se inicia la Novena en honor de los Santos Patronos, el Señor y la Virgen del Milagro. Un momento devocional de profundo sentimiento para los salteños.
En efecto, en Salta, cuando septiembre toca a la puerta, una brisa distinta parece recorrer los cerros y las calles. Es una sensación de recogimiento y devoción que anuncia el inicio de la Novena del Milagro. Este tiempo, tan esperado por los salteños, no es solo una tradición; es un llamado profundo a la reflexión, la unión y, sobre todo, a la fe.
En medio de un tiempo crítico, donde la incertidumbre parece ganar terreno y los desafíos sociales, económicos y personales se multiplican, la Novena del Milagro surge como un faro de esperanza. Es un momento en el que los corazones se abren al misterio de la fe, al consuelo que solo la espiritualidad puede brindar cuando todas las certezas materiales parecen tambalear.
La devoción a los Santos Patronos, el Señor y la Virgen del Milagro, trasciende las fronteras de la religiosidad popular. Se convierte en un refugio espiritual, en un espacio donde los salteños pueden encontrar alivio, fuerza y sentido. No es casualidad que cada año, miles de personas se congreguen, en procesiones multitudinarias o en la intimidad de sus hogares, para rezar la Novena. Es un acto de confianza en un poder superior, un grito de fe que resuena desde el alma de un pueblo que, aunque herido por los problemas del presente, se niega a perder la esperanza.
En estos días de oración, la mirada se vuelve hacia el cielo, pero también hacia adentro. La fe, en su sentido más profundo, nos invita a una transformación interior. Nos llama a reconocer nuestras propias fragilidades, a comprender que somos seres finitos en busca de algo eterno. Es en esa búsqueda, en ese deseo de trascendencia, donde el Milagro cobra su verdadero significado: no solo como un evento religioso, sino como un camino de salvación para el alma y la comunidad.
La Novena del Milagro nos ofrece un respiro en medio del caos. Nos recuerda que hay una fuerza más grande que nos sostiene y que la fe, cuando es genuina, puede mover montañas. Nos invita a abrazar el misterio con humildad, a creer que incluso en la tormenta más oscura, hay una luz divina que guía nuestros pasos.
En este tiempo de Novena, que el corazón de cada salteño encuentre paz y renovación. Que la devoción a los Santos Patronos nos impulse a ser mejores, a confiar en que, más allá de las dificultades, hay un camino de esperanza y redención. Porque al final del día, en tiempos críticos como los que vivimos, la fe no es solo un refugio; es la fuerza que nos empuja a seguir adelante.