EL MILITANTE SALTA – POR ERNESTO BISCEGLIA. – Nos preguntábamos en nuestra anterior “Sobre el anuncio de Villarruel…, si era oportuno y si la reapertura de las causas contra los terroristas realmente abría un camino hacia la paz o podría precipitar al país otra vez en la violencia. La respuesta no demoró mucho, en un mismo día, el ex jefe montonero, Mario Firmenich, salió a los medios a demostrar que la soberbia armada continúa intacta y dos explosivos -uno detonó- contra el presidente de la Sociedad Rural Argentina fueron enviados a su despacho.

 

Firmenich representa uno de los capítulos más oscuros de la historia argentina. Su liderazgo al frente de Montoneros, una organización que recurrió al terrorismo y la violencia como medio para alcanzar sus objetivos políticos, dejó un rastro de muerte, dolor y desestabilización. Que hoy aparezca en los medios para expresar sus opiniones y potencialmente, justificar su accionar, es un acto de irresponsabilidad mediática y una “mojada de oreja” política, para decirlo en términos populares.

Sabemos que la casualidad no existe y menos en política; luego, la aparición de Mario Firmenich, exjefe montonero, en televisión en un momento tan crítico para Argentina es no solo preocupante, sino también sumamente peligrosa. En un país que está atravesando profundas divisiones políticas, económicas y sociales, darle espacio a una figura tan controvertida y manchada por su pasado violento es como echar leña al fuego.

Se presenta así un estado de cosas donde el manejo de la información debe ser muy prudente, ya que siguiendo esa línea de que la casualidad no existe, esta aparición ocurre a días nada más del anuncio de la vicepresidente Villarruel sobre la apertura de causas judiciales.

Desde un punto de vista, tanto el anuncio en este momento tan crítico socialmente de Villarruel, como esta aparición, en lugar de contribuir a la búsqueda de justicia, transparencia y reconciliación, puede reavivar heridas del pasado y polarizar aún más a una sociedad ya de por sí fragmentada. Permitirle a este asesino una plataforma para reescribir la historia a su conveniencia no solo distorsiona la verdad, sino que también da una señal de impunidad y relativización de la violencia política.

Es importante recordar que Firmenich nunca hizo una autocrítica real por los crímenes y el sufrimiento que Montoneros causó. No ha mostrado arrepentimiento, ni ha buscado el perdón de las víctimas. Que su voz resurja en este momento crítico puede ser interpretado como un intento de influir en una narrativa histórica que justifique el uso de la violencia como una herramienta política. Esto es extremadamente peligroso en un país que debería estar enfocado en encontrar caminos de consensos, diálogo para la paz y reconstrucción democrática.

La apertura de causas judiciales mencionada por Villarruel debería tener como objetivo esclarecer los crímenes de todas las partes involucradas en los años de violencia, desde la dictadura hasta los grupos armados como Montoneros. Lo que no se debe permitir es que, en ese proceso, figuras como Firmenich ganen terreno en el debate público para relativizar sus responsabilidades o promover ideas que ya han demostrado ser desastrosas para la Nación.

En conclusión, la aparición de Firmenich no solo es tan inoportuna como a nuestro criterio lo fue el anuncio de Villarruel, sino que sobre todo es una amenaza para la memoria, la verdad y la justicia en Argentina.

En un momento tan delicado, donde el presidente, Javier Milei, propone la destrucción de la República para institucionalizar un estado de cosas de hierro, es fundamental que las instituciones y los líderes políticos actúen con responsabilidad, evitando dar espacio a quienes buscan polarizar más a la sociedad y revivir un pasado de violencia que el país necesita superar de manera definitiva.