EL MILITANTE SALTA – POR ERNESTO BISCEGLIA. – Los que desde siempre hemos tenido una clara postura “anti K”, no podemos menos que pronunciarnos contra este despropósito de que una mujer que durante más de dos décadas ha contribuido al desguace moral del país, pretenda ahora erigirse en la figura de una “oposición” que no será tal, sino que, por el contrario, viene a partir lo que queda del peronismo en una funcionalidad absoluta para La Libertad Avanza.
Es de necios continuar aplaudiendo a quien dejó el sistema educativo hecho girones, a quien sembró la idea de que el orden público es represión. A quien dividió a la sociedad instalando un rencor irreconciliable con los sectores que no pensaban como ella y su banda. ¿Cómo se puede sostener en el podio a quien se rodea de una cáfila de encausados y condenados por la justicia? La primera ella misma.
El reparto salvaje e indiscriminado de planes sociales y prebendas jamás significó movilidad social ascendente, que fue la impronta del peronismo, sino una reducción a la esclavitud de millones de argentinos que hoy no tienen futuro sustentable. Esa política les arrebató la dignidad que proporciona el trabajo genuino para convertirlos en seres dependientes del Estado, reducidos a que su vida dependa de unos pesos que los hundió en una miseria estructural.
Esta mujer es la causa eficiente de que Javier Milei sea el presidente.
Porque a su nivel de inteligencia no escapaba que poner en la presidencia a un inmoral como Alberto Fernández, no traería ningún bien al país, sino todo lo contrario, como ha quedado demostrado.
Ahora va por su última maldad, sabiéndose condenada e inhabilitada, aparece en el escenario para destruir lo último que le quedaba: el peronismo.
No lo decimos desde la óptica de un peronista, sino de un demócrata, porque así como hemos señalado a los traidores, tanto a nivel nacional como provincial, que destruyeron a la Unión Cívica Radical, hoy afirmamos con la misma contundencia que esta mujer hace su última aparición en la escena política para detonar la última posibilidad de formar una opción política que pudiera confrontar con un régimen autoritario.
Los que votamos a Milei, hoy estamos pidiendo que se nos indemnice el voto, porque esto no es lo que votamos.
El Estado argentino -y más en estos convulsionados tiempos globales-, es la última garantía que tiene el ciudadano de mantener sus derechos y conquistas cívicas. El balance fiscal que se busca no es en beneficio de los trabajadores sino en favor de los intereses multinacionales que vienen a convertir a la República Argentina en una factoría donde el trabajo será pagado a precio vil. Quiera Dios, que un día tengamos que arrepentirnos de estas palabras.
Pero más allá de eso que hoy es contingente, decimos, con toda firmeza, que los ciudadanos que tenemos a la participación ciudadana como una bandera, que debemos abroquelarnos en torno a los restos del Justicialismo, porque no hay, no ha quedado otra opción.
Lo decimos y lo hacemos así, en el entendimiento de que los principios sociales fundados por la Unión Cívica Radical a principios del siglo XX, los que sustentaron los demócratas progresistas con Lisandro de la Torre, pagó con su vida la lucha por la honestidad de los procedimientos. Aquellas luchas de los socialistas con Alfredo Palacios y Juan B. Justo, y todas las demás expresiones, fueron consolidadas en leyes y hechas realidad con el peronismo, como la historia bien lo certifica.
Los hombres y mujeres de la democracia, vemos con indignación como una rea de la justicia viene a terminar de destruir lo poco que queda de la democracia argentina.
Pero no será el lamento de café el que solucione esta tragedia cívica, sino el compromiso con una militancia activa, donde todos, sin importar la bandera, nos reunamos en torno a la mesa del consenso a partir de las coincidencias (diferencias tenemos y muchas), pero con el sólo objetivo de tratar de sembrar esa idea que concibieron nuestros Próceres, la de tener un país libre y soberano. Aquella idea por la que nuestros mayores se jugaron en su momento: construir el país que nos merecemos los argentinos. –