EL MILITANTE SALTA – POR LIZY MEJÍAS. – Cada 17 de noviembre, el peronismo celebra el Día del Militante, una fecha que va más allá del simple recuerdo del ansiado retorno del General Perón a la Patria en aquel lluvioso día de 1972. Esta jornada representa un momento de reflexión sobre la militancia como un acto profundo de entrega, lealtad y compromiso con los principios que definen al justicialismo: la justicia social, la independencia económica y la soberanía política.
Para el compañero peronista, la militancia no es un ritual vacío de consignas, ni un mero «amontonarse y gritar ‘Viva Perón’ en un acto frente al busto inerme del Conductor. Militar tiene el carácter de una filosofía de vida, una conducta que nos enseña a reconocernos en el otro, a vibrar al unísono en la lucha por una Patria Libre, Justa y Soberana. Es, ante todo, una acción que iguala, que nos coloca hombro a hombro como compañeros, en una misma latitud de dignidad y compromiso. Como decía el General: «Para un argentino, no hay nada mejor que otro argentino.»
La militancia en su esencia es una lección de unidad
La militancia peronista es, en esencia, la expresión de un espíritu colectivo que trasciende lo individual. Es una actitud evangélica porque no se milita el justicialismo como un acto para sí, sino que se trata antes que nada de poner al prójimo en el centro de nuestras acciones, de construir un espíritu de cuerpo que nos une no sólo como peronistas, sino como argentinos. La militancia, en su sentido más profundo, no admite claudicación; es la resistencia activa frente a las adversidades, la convicción inquebrantable de que los principios del peronismo son la brújula para construir un país más justo y solidario.
La banalización del concepto de militancia
En estos tiempos posmodernos, el concepto de militancia parece haberse desvirtuado. Se milita cualquier causa, desde lo noble hasta lo trivial, e incluso lo aberrante. Hoy se “milita” por las abejas, por modas pasajeras e, incomprensiblemente, hasta por la aberrante práctica del aborto, contradiciendo la esencia de una doctrina como la que enseñó Evita que coloca a la vida y la dignidad humana en el centro de su propuesta.
Ante esta confusión, es imperativo que vengamos a reivindicar el verdadero significado de la militancia peronista como una categoría cívica superior, donde el compromiso con los más humildes, con los valores de justicia y solidaridad, se viva como un deber ético y una aspiración trascendente.
De ayer a hoy, la misma continuidad de la lucha
En el pasado, los militantes peronistas dieron todo, incluso hasta sus vidas, para mantener viva la llama de la resistencia y abrir el camino que permitiera el regreso del líder que encarnaba los sueños de millones de argentinos. Hoy, nuestra lucha como militantes es devolverle al peronismo su esencia vivificante: esa fuerza transformadora que cambió la historia al dignificar a los más humildes y poner a la Patria en el centro de todas las decisiones.
La militancia peronista es el compromiso de un presente con memoria
El Día del Militante no es una fecha más en el calendario. Es una jornada para honrar la memoria de quienes lo dieron todo por el Movimiento, para recordar que ser peronista implica una responsabilidad cívica y humana superior. Porque la militancia peronista no es individualismo ni ego; es unidad y compromiso colectivo.
Por eso, esta jornada del 17 de Noviembre, para los peronistas es un día de culto cívico y republicano, porque representa en la figura del General Perón bajo el paraguas que le sostenía el compañero, José Ignacio Rucci, asesinado alevosamente por mantenerse fiel al pensamiento de Perón; representa, digo, la suma de las aspiraciones y los desencantos de millones de argentinos que hallaron en la militancia peronista, más que una afiliación a un partido político, hallaron una identidad, pero más allá de todo eso, hallaron lo más importante que un ciudadano puede aspirar: hallaron en la militancia una razón de ser. –