EL MILITANTE SALTA – POR ERNESTO BISCEGLIA. – Involuntariamente, el país se halla frente a otra grieta, aquella que ahora divide las aguas entre los que gritan de manera insolvente: “¡Viva la Libertad, carajo!” y los que continúan diciendo a voz en cuello: “¡Viva Perón, carajo!”.

Y digo insolvencia en el caso de los primeros, porque observamos con preocupación cómo un hato de jóvenes carentes de toda preparación política se agrupa detrás de un supuesto ideal como es el principio cívico sacrosanto de la Libertad, sin tener la más mínima idea de lo que significa realmente. Me asaltan aquellas palabras ya atribuidas a, Maximilien Robespierre, ya al economista austríaco, Friedrich Hayek: “¡Libertad, ¡Cuántos crímenes se cometen en tu nombre!”.
Sabemos por la historia que esa frase se pronunció durante los álgidos días del Terror en la Revolución Francesa, mientras que lo de Hayek, “maestro” de Javier Milei, que reflexiona sobre la libertad individual, conduce a otro tipo de terror. En lo personal, elijo la frase de Jesús: “La Verdad os hará Libres” (Jn. 8, 32).
Pero la frase “¡Viva Perón, carajo!”, es un grito de liberación esencialmente criollo, argentino y peronista. Más que una frase significó un verdadero axioma que sintetizaba el espíritu de lucha para la militancia peronista. Una afirmación existencial y un compromiso social que ciertamente, le costó la vida a miles de militantes, cada vez que la barbarie se hizo del gobierno. Desde 1955, no pocos intentaron eliminar al peronismo de la escena política, sin advertir que el peronismo no es una idea sino un ideal. No es una ideología sino una filosofía de vida.
Adviértase, que escribo estas líneas desde el puesto del “No Peronismo”, porque desecho absolutamente el prefijo “anti”. Pero como siempre he sostenido, quien no conozca al peronismo en profundidad, quien no haya leído y reflexionado los textos de Perón, quien no haya descendido a los guetos donde se aviva el sentimiento peronista de base, jamás podrá comprender la política argentina contemporánea.
Sin embargo, hay que decir también, como hecho histórico y de la realidad, que esta intencionalidad de destruir al peronismo no es patrimonio sólo de la oligarquía, de la Iglesia Católica ultramontana, ni de los “milicos”; sino también de cierto sector del propio peronismo que no titubeó en traicionar a la doctrina y hacer desaparecer la mística que nutre al peronismo, como fueron, Carlos Menem y el régimen kirchnerista.
¡Nadie se alarme ante este aserto! Pues a esos que se levanten de sus tumbas para señalarnos la apostasía política de blasfemar contra el menemismo, que, dicho sea de paso, ya es cosa juzgada por el Pueblo peronista, o contra el kirchnerismo, les pregunto: ¿Qué principio peronista militaron esos “gobiernos”? ¿Qué movilidad social hubo en esos años sino la caída en la pobreza y la indigencia? ¿Qué plan educativo para elevar el conocimiento de la población pusieron en marcha? ¿En qué se parecieron a la doctrina peronista de Eva Duarte y del general Perón? La respuesta es y será contundente ¡En nada!
¿Y ahora qué hacemos?
En mi discurso del pasado 1 de Julio de este año, cuando gentilmente la dirigencia del Partido Justicialista salteño me invitara a hablar en el acto recordatorio del fallecimiento del general Perón, dije que “No venimos a claudicar de posiciones ni trayectorias, sino a integrarnos al diálogo que pensamos imprescindible para restaurar a la política como herramienta de progreso del Pueblo”. También sostuve, que era “Auspicioso que hoy, el PJ invite a hablar de Perón a alguien que viene del antiperonismo”. Y cité la frase que nuestro Maestro, Félix Luna, nos enseñara: “El hombre que durante más de veinte años sigue pensando lo mismo, ¡es un imbécil”!
Por eso, en el “Día del Militante”, una fecha tan cara al peronismo, vengo a predicar de la necesidad que tenemos todos, los que alguna vez combatimos con fiereza al peronismo, los que fueron y aún son peronistas. Los que se inspiran en las luchas sociales de Juan B. Justo o Alfredo Palacios, los demócratas progresistas de Lisandro de la Torre, los radicales que reverenciamos a Don Hipólito Yrigoyen, a Frondizi, al Dr. Illia y resolvemos la militancia con el Dr. Raúl Ricardo Alfonsín; en esta hora venimos a repetir aquellas palabras de Yrigoyen: “No venimos en contra de nada ni de nadie, sino a favor de todos”.
Y a exhumar el espíritu del abrazo de Juan Domingo Perón y Ricardo Balbín, sellado con las palabras de este último en la despedida postrera al Líder: “Este viejo, adversario, hoy despide a un amigo”.
Este viejo adversario, hoy saluda a los amigos…
Porque en este día, si acaso hay un ideal para militar, ése es el de unión entre los argentinos de buena voluntad. Entre todos los salteños que comprendemos que un tiempo se ha terminado. Por eso, venimos a encolumnarnos para marchar juntos, abriendo esa picada necesaria de una militancia conjunta donde converjan peronistas, radicales, los de la izquierda, los empresarios, los líderes juveniles (¡Sobre todo!), los judíos, los árabes, los ateos y hasta los católicos; repitiendo lo dicho por Balbín: que no importa quién lleve el palo sino la bandera.
Es necesario que sea así porque me asusta ver el adoctrinamiento de la juventud de La Libertad Avanza, donde no se escuchan batir principios cívicos ni ideas superadoras, sino el resentimiento expresado en términos de “Kukas”, de “Zurdos de m…”, de “Sucios”, a la vez que exaltan que “Somos superiores”. Están formando las nuevas “Juventudes Hitlerianas”, sino los desafío a leer el Manual de la Propaganda Nazi de Joseph Goebbels y encontrarán allí estos mismos procedimientos. Están preparando a una generación de resentidos con las neuronas -las pocas que parecen tener- barnizadas de desprecio hacia todo el que no piensa como ellos.
Hay que decirlo, este es el mismo error en que cayó Perón en su segunda presidencia y los saldos están a la vista de la historia. El país, la juventud, necesita IDEAS, no ideologías. La Libertad Avanza no es el Manitú que habita en los árboles, como tampoco lo es el peronismo. Porque bien lo decía Perón: “A esto lo arreglamos entre todos o no lo arregla nadie”.
He dicho y lo sostengo con mayor firmeza en este día: Necesitamos converger en un Movimiento multipartidario con base en el Justicialismo. ¿Por qué en el Justicialismo? Porque es el único partido en Salta que quedó más o menos en pie. El histórico radicalismo quedó reducido a un partido municipal cafayateño. La izquierda en Salta ya no convocaría ni al propio Carl Marx…, el otrora poderoso Partido Renovador de Salta, del cual sinceramente, desconozco si aún existe, y lo dice uno de los fundadores de la juventud del PRS, en un edificio vacío de afiliados y de ideas. ¿Qué ha quedo para militar la República, las Instituciones y esa idea de Patria? El justicialismo.
Hay que militar, es urgente y necesario. Por eso he venido convocando a los líderes de todos los sectores para repetir lo que ya expresara en una nota anterior: Hay que comenzar a marchar, y parafraseando al Dr. Raúl Alfonsín, diré “Cuando alguno distraído, al margen del camino nos vea marchar y pregunte ¿Por qué marchan?”, respondamos; marchamos para constituir la unidad regional, preservar los valores de nuestra historia y nuestra cultura, afianzar nuestra identidad común; contribuir al fortalecimiento del patrimonio intangible y económico, y asegurar los beneficios de la libertad de mercado, para nosotros y para nuestra descendencia”. –
Basta de gritar “¡Viva Perón Carajo!” o “¡Viva la Libertad, carajo!”. Hay que militar para gritar todos juntos: “¡Viva la Patria, Carajo!”. –