EL MILITANTE SALTA – POR ERNESTO BISCEGLIA. – La noticia que ha inundado las redes sociales y los medios prensa mostrando un acto de los sicarios de La Libertad Avanza, autopercibidos como “brazo armado” y “guardia pretoriana”, más allá de parecerse a una tenida de “Los Magios” de los Simpsons, nos mueve a pensar en el peligro que entraña la combinación de la dialéctica violenta aderezada con la ignorancia generalizada.

Esta pantomima nos recuerda a esos alumnos en la universidad que pretendían venir a contarnos cómo fue la violencia de los años setenta del siglo pasado, cuando todos eran un proyecto contenido en un espermatozoide hasta los noventa. Ya vivimos esas figuras y sabemos que si bien en este caso resulta una parada patética, sin embargo, reitera el rito filonazifacista de una dialéctica que instala dos cosas: el culto al líder y el concepto de “raza superior”.

Basta detenerse -más allá de la escenificación donde sólo faltaba la Svástica y el Fürer-, a estudiar cada uno de los discursos vertidos para comprobar cómo subyace en los mensajes esa lamentable frase de Javier Milei: “Somos estéticamente superiores, somos intelectualmente superiores”.

Ese concepto de “somos superiores”, excluye, de suyo a todo otro argentino que no piense como ellos. Allí radica el peligro de esa dialéctica, porque si bien el lenguaje denota un desprecio hacia los “zurdos de mierda”, hacia los “Hijos de puta”, que se coreaba con las manos derecha en alto (más por impulso que por ideología, claro), y la inmolación verbal de la ex presidente, Cristina Fernández, como “La yegua”, la “H de p”, y otras denominaciones lanzadas desde el estrado; en esa deposición del otro, caemos TODOS los argentinos que no alcanzamos a ser ni “estéticamente, ni tampoco, intelectualmente” superiores.

Rememoramos asimismo al General Juan Domingo Perón que trató a los “jóvenes idealistas” de entonces de “Imberbes y estúpidos”, y pensamos que frente a esta parada, repetiría aquellos conceptos.

La diferencia fundamental -y grave, por supuesto-, es que aquellos fue echó Perón de la Plaza de Mayo, tenían realmente armas -eran brazos armados-, pero además, tenían una nutrida biblioteca de autores que jamás avalaríamos, pero que hemos leído, naturalmente: Marx, Lenín, Bakunin, Proust, y “ainda máis”. Estos pejertos empoderados son una especie de matones edulcorados que nacen a la política del peor modo que un ciudadano puede hacerlo, con la violencia y el sentido de segregación. ¿Qué clase de democracia se puede esperar con esta gente?

Son los típicos representantes de la “Generación de cristal”, débiles mentales, semi instruidos y con actitud ovejuna, demostrada en la repetición al unísono de frases acuñadas por Milei, que para quienes realmente venimos de un liberalismo ganado a fuerza de estudio y pasión, nos suenan lo mismo que el rebuzno de un rebaño de asnos que responden al rebuzno del asno mayor.

Estos personajes que las únicas armas que vieron pueden haber sido las de una película de Netflix, se sintieron empoderados por un discurso lascivo como el de, Agustín Laje (que recomendamos escuchar íntegramente), donde disparó ideas propias del medioevo inquisitorial católico, o las expresiones del twittero, Daniel Parisini -alias el “Gordo Dan”-, a quien poco le faltó inducir al grupete que escuchaba extasiado tanto disparate, con aquellas palabras de Honorio III (1215/17), cuando le dijo a Simón de Monfort, en el momento de enviarlo a exterminar a los cátaros y valdendeses: “¡Vaya y mátelos a todos. El Señor sabrá elegir a los suyos!”.

“¡Cuidado, pues. Ese mal lo traemos en la sangre!”

Esa es la frase conque Domingo Faustino Sarmiento, plasmada en “Facundo-Civilización o Barbarie”, esa doctrina tan criolla de que “El mejor enemigo, es el enemigo muerto”.

Así, él mismo -Sarmiento-, le diría en carta de Bartolomé Mitre: “No ahorre sangre de gaucho general, que es lo único de humano que tienen”. Esta secta de menesterosos intelectuales está reeditando para los tiempos modernos ese modelo de intolerancia: Ellos son la “civilización” y TODOS lo que no somos como ellos, los que no pensamos como ellos, formamos en la “Barbarie”. Diremos entonces, parafraseando a Sarmiento: “¡Cuidado, pues!”

Las organizaciones armadas -brazo armado y guardia pretoriana, entonces del peronismo-, luego fraguadas en Montoneros, principalmente (Donde militó la insigne, Patricia Bullrich), comenzaron en inocentes reuniones de grupo en los antros de la Acción Católica, donde abrevaron en las teorías de Jordán Bruno Genta, Jacques Maritain, que influyó decididamente en el nacionalismo cristiano, Charles Maurras, principal ideólogo de la Action Française, movimiento monárquico y ultracatólico francés; Gustavo Martínez Zuviría (Hugo Wast), consumado antisemita, cuya obra “El Kahal”, alimentó el imaginario conspirativo del catolicismo nacionalista, sin olvidar, por supuesto, a José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española; de allí que se vieran recorrer las calles de Buenos Aires a los fanáticos de “Familia, Tradición y Propiedad”, envueltos en sus capas rojas, portando pendones estilo falange romana y entonando: “Cara al sol, con la camisa negra…”. Esos “muchachos” sabían además manejar un FAL, una PAM, una Ballester Molina, etc.-

Ese cuadro descrito, comenzó de esta manera. Quizás, ahora, podamos tener la tranquilidad de que estos pibes con suerte hayan leído el “Corín Tellado” (Perdón por la antigüedad) y tampoco tienen aspecto de haber cargado ni siquiera un Churrinche (Rifle de aire comprimido), para los no iniciados.

Si bien podemos contar con esta escasez de recursos mentales y armamentísticos por parte de esta “guardia pretoriana”, hay que tener cuidado. Porque no tendrán ahora quizás nutrición intelectual ni poder de fuego; pero tienen algo peor: ignorancia y espíritu de patota.

Por último, cabe estudiar un elemento más que contribuye al peligro que representa esta caterva: su mesianismo. La constante apelación a la frase “Las Fuerzas del Cielo”, abre otra clase de riesgo en el uso de simbología y retórica como es el mesianismo. Esa expresión hace referencia al pasaje del Segundo Libro de los Macabeos (10, 29; donde se describe las luchas de los judíos liderados por los Macabeos contra los helenistas que buscaban imponer su cultura y religión.

Hay que entresacar el metamensaje que subyace en esta expresión, donde primero, es una alusión al Antiguo Testamento, lo que es la “Torá”, o libro sagrado del judaísmo, dato no menor en cuanto el presidente -violando el espíritu de la Constitución Nacional- que debería profesar el culto católico, es un judío “de facto”, que hasta utiliza Kippa y está alineado con lo más abyecto del sionismo internacional. Porque una cosa son los judíos, hermanos espirituales, ya que Cristo, María y todos los demás fueron judíos, de allí que seamos judeo-cristianos, y otra muy distinta es el sionismo y las ganas que parece tener este presidente de revivir el “Plan Andinia”.

En suma, enfrentamos una alternativa no exenta de peligros en cuanto al semillero que están formando que luce orgullo su sentido totalitario, su carácter autocrático y su actitud intolerante.

Quienes sostenemos la idea del Estado liberal, de la República libre y sobre todo laica, no podemos admitir que a esta altura del cambio de conciencia global que se está dando, al amparo de la sombra presidencial, se instalen estas incubadoras de proyectos hitlerianos o fascistas.

Por eso, lo más sano salir del metro cuadrado de confort y militar en una unidad entre todos los ciudadanos de los distintos partidos políticos. De otra manera, si nos quedamos a contemplar el loteo de la Patria y la consolidación de estos patoteros mesiánicos, correremos el peligro de perder el Estado argentino, y con ello, todos los derechos que la verdadera Libertad, la que consagra la Constitución Nacional, les otorga a todos los argentinos.-

El lanzamiento de la facción «Las Fuerzas del Cielo» dentro de La Libertad Avanza abre una discusión crucial sobre los riesgos del uso de simbología y retórica que evocan movimientos políticos del pasado con implicaciones excluyentes y autoritarias.

Argentina, con su historia de regímenes militares y tensiones ideológicas, no está exenta de ser terreno fértil para narrativas que promuevan visiones simplistas del bien común, ancladas en identidades excluyentes y exaltaciones extremas de ciertos valores, que en nada comulgan con el espíritu generoso de nuestros Padres de la Patria, ni de los constitucionalistas -es más del propio Juan Bautista Alberdi, de quien Milei se dice tributario-, que inscribieron en el Preámbulo de la Constitución Nacional, que fundaron esta Nación, «Para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino». –

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