EL MILITANTE SALTA – REDACCIÓN. – La inminencia de un cambio estructural en el gabinete del gobernador, Gustavo Sáenz, adviene en un momento crucial del tránsito de esta Administración, donde nuevamente se pone de manifiesto la plasticidad política de Sáenz, atento al cambio de coyuntura en la política nacional.
La llegada de Javier Milei a la presidencia rompió con todos los paradigmas tradicionales de la política argentina imponiendo un modelo desacostumbrado para las administraciones y para la ciudadanía. El ejercicio de un léxico avasallante por parte del presidente y la retracción de presupuestos supuso un verdadero cimbronazo en la economía de las provincias.
Con todo, hay que recordar que, Gustavo Sáenz, supo “jinetear” -para usar un término criollo- la situación y terminó colocándose al frente de los gobernadores de la Región, logrando con acciones políticas de amplio contenido social como fue el “Pacto de Güemes”, oponer no una resistencia, sino una posición de firmeza que morigeró el ímpetu inicial de un Milei que prometía “Mear a los gobernadores”.
De un caso de posible micción política por parte del presidente hacia los mandatarios, Sáenz logró sentarse como “Primus inter pares” a la mesa de Milei oponiendo una provincia de pie y en plena producción. La Mesa del Litio, los presupuestos para continuar las obras públicas prometidas, el reciente acuerdo firmado con las tabacaleras chinas y la llegada de las grandes empresas internacionales a la provincia, han puesto a Salta en el candelero regional y hablan claramente de un liderazgo político que desde Córdoba hacia el norte del país no existe en par.
Lógicamente, tamaña empresa de lograr el respeto de un presidente tan particular y levantar en alto la Bandera de los salteños, exige la necesidad de un equipo capacitado para esta etapa que se está iniciando. En política, todo tiene un tiempo, y es un dato de la realidad que un liderazgo como el anotado sea acompañado de personas con la visión que corresponde al momento.
Hasta el momento, sólo ha trascendido que el ministro de Economía, Eduardo Dib Ashur y el propio de Infraestructura, Sergio Camacho, continuarían en sus puestos. Desde la observación analítica, la decisión es acertada, porque la economía muestra el cuadro de una provincia con superávit y la zaga de inauguraciones de obras, desde lo que puede parecer el simple pozo de agua hasta las rutas y edificios, hablan de una gestión productiva en el área.
En cuanto a lo demás, el momento exige una maniobrabilidad política nueva, en una provincia donde no existe oposición determinada porque no hay partidos políticos en pie y en condiciones de disputar espacios. Esto no es bueno para ningún gobierno.
En materia de educación, es necesario virar hacia los grandes cambios tecnológicos que está imponiendo el mundo de la Cuarta Revolución Industrial. Lo mismo en materia social, el cuadro se hace más severo y precisa de una inmediata contención gubernamental con políticas no de salvataje sino pensadas para alisar las rispideces de la coyuntura y acompañar este enorme proceso de cambio.
La divulgación de calumnias mediáticas a partir de un hecho de inseguridad tan grave como es ya la actuación pública y desenfadad de los narcotraficantes, obliga a reorganizar la tropa policial y ajustar los niveles de seguridad pública; tanto por este flagelo de la droga, como por la violencia callejera que la crisis social irremediablemente desata.
En este sentido, hay que destacar la velocidad de reacción del gobernador, Sáenz, al haber actuado de manera implacable sellando las rutas de acceso de las drogas con la instalación de efectivos de Gendarmería Nacional y de la Prefectura Argentina, en un trabajo conjunto con la ministro, Patricia Bullrich.
La salud pública es otro ámbito que debe adecuarse al momento, donde hay que tener en cuenta que la crisis social conlleva la reaparición de enfermedades endémicas y la aparición de otras nuevas. Aquí es donde se hace necesario montar una política de prevención a través de una comunicación solvente que lleve conocimientos básicos de cuidados a la población.
Hay que rever también -y quizás sobre todo- la situación de la mujer en Salta, donde la cultura del machismo continúa muy arraigada y donde los femicidios y las desapariciones son un fenómeno inocultable. Esta situación exige de la presencia en el área de profesionales no sólo capacitados sino además con capacidad de decisión inmediata.
Por último -si bien las necesidades requerirían un análisis más extenso-, es momento de obrar en lo político según el propio gobernador, Saénz, lo expresó en su discurso de las Jornadas del Norte Grande, donde claramente expuso la necesidad de la participación de todos los sectores de Salta.
Hoy, se juegan categorías de peso político muy alto, donde no queda espacio para el egoísmo partidario sino la necesidad del compromiso cívico de todos los sectores. Se hace imperioso una convocatoria multipartidaria que consolide la gobernabilidad por los próximos dos años y donde el empresariado juegue una carta fundamental en la cimentación de un Norte Grande, atento a la posición geopolítica estratégica de Salta en la Región y las riquezas de la provincia, no sólo minerales o productivas, sino y sobre todo humanas.
Entonces, el cambio general del gabinete es una obra de la audacia política de un gobernador que sabe hacia dónde va. Ojalá que el conjunto de la clase política, de los militantes y de la población interprete ese mismo pensamiento y acompañe este proceso, porque los resultados no serán el triunfo de un solo hombre -Gustavo Sáenz-, sino del conjunto de los salteños actuales y de su posteridad. –