EL MILITANTE SALTA – REDACCIÓN. – La reciente revelación de que los extraterrestres parece que no vendrían del espacio exterior sino que hace milenios los tendríamos conviviendo con nosotros bajo las aguas de los mares, no sólo provoca una cuestión de dudas existenciales, sino que además tendría un impacto turístico en el caso de Salta, que hasta ahora cuenta con un Ovnipuerto en la Ciudad de Cachi.
Allá por los años 80, cuando la imaginación y el ingenio tenían carta libre en los rincones más pintorescos de Argentina, un tal Werner Jaisli, un suizo con aires de visionario, decidió que la localidad salteña de Cachi era el lugar ideal para construir un ovnipuerto. Según su relato, seres de otro planeta le habían ordenado erigir una estructura para recibir sus naves espaciales. Ni lentos ni perezosos, los vecinos vieron nacer el famoso ovni-helipuerto, un diseño geométrico que parece salido de un capítulo de Los Expedientes Secretos X.
Por décadas, el ovnipuerto ha sido una curiosidad turística, un punto obligado para los amantes de lo excéntrico y los eternos cazadores de ovnis. Pero ahora, con la reciente declaración de científicos estadounidenses que aseguran que los extraterrestres no vienen del espacio exterior, sino que viven en el fondo del mar, la pregunta del millón es: ¿y ahora qué hacemos con el ovnipuerto?
¿Habrá que resignificarlo como un centro de observación astronómica o un espacio para eventos temáticos? Algunos especulan que podría convertirse en un museo del misterio, dedicado a ovnis y otras curiosidades, mientras que otros sugieren mantenerlo tal cual, como un símbolo de la creatividad y el espíritu soñador de su creador. Porque, al fin y al cabo, todo lo que lleva la palabra «ovni» tiene su mística y siempre atrae a curiosos y aventureros.
Mientras tanto, Cachi, con su serena belleza natural y su ovnipuerto de estrellas caídas, sigue esperando un aterrizaje que, parece, nunca llegará. Pero no perdamos las esperanzas: si los extraterrestres deciden salir de su escondite marino, ¡qué mejor lugar para recibirlos que bajo los cielos diáfanos de los Valles Calchaquíes!
Quizás solo tengamos que rediseñar la señalización: «Bienvenidos, seres acuáticos. Aquí también hay buena onda».