A lo largo del primer año de gestión, el presidente Javier Milei definió su alineamiento 
internacional, que inició con un fuerte lazo con los Estados Unidos e Israel, pero luego sorprendió con una apertura hacia la República Popular de China y el Mercosur.

Desde el kilómetro cero de su gestión, el mandatario hizo pública su sintonía incondicional con Estados Unidos, país al que visitó más veces (siete) desde el 10 de diciembre, y con Israel, al que respalda en pleno conflicto armado en Medio Oriente, rompiendo la tradicional neutralidad argentina, y adonde viajó a principios de febrero para cumplir con una agenda combinada entre lo religioso y lo oficial.  

Luego de haber anunciado su retiro del grupo de los BRICS (fundado por China, India, Brasil y Rusia) a días de haber asumido, el libertario concentró sus esfuerzos en materializar la histórica frase del canciller menemista Guido Di Tella, quien sostuvo que no buscaba “tener relaciones platónicas (con Estados Unidos) sino carnales y abyectas”.  

El reciente triunfo del republicano Donald Trump fue celebrado entre las filas libertarias, leído como un nuevo aliado en la batalla cultural contra la Agenda 2030 y la globalización.  

A contramano del lineamiento que prevaleció en los últimos años, Milei criticó el histórico “No al ALCA”, luego de que varios países del continente rechazaran el acuerdo de libre comercio que Estados Unidos definió como Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). “Mientras el resto del planeta se expandía gracias al comercio, nosotros le dijimos que no a Estados Unidos, que ofrecía un acuerdo de libre comercio en todo el continente. Pero esa perorata disfrazada de nacionalismo le costó carísimo a nuestros ciudadanos”, sentenció. 

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