EL MILITANTE SALTA – POR ERNESTO BISCEGLIA. – El gran Cicerón, ese eslabón entre la cultura griega y latina, sentenció en su obra “De Oratore”, aquello de “Historia magistra vitae»; la historia es maestra de la vida.
El gran problema que tenemos los argentinos es que la historia dejó de enseñarse en las aulas, con lo cual tenemos un pueblo sin anclaje filosófico y mucho menos crítico; y a eso, hay que sumarle una “dirigencia” política que fue ganada por los necios, los mediocres y con una regla inversa: menos ilustrados, más alto el cargo.
El desconocimiento de los procesos históricos que formaron el país es una cadena cortada en la transmisión genética de los argentinos. No se puede pensar en una dirigencia intelectualmente poderosa cuando los cargos son ocupados cada vez más por iletrados y semianalfabetos sociológicos. Porque un título de grado no asegura que una persona sea culta. Y el político que no maneja la historia, no puede proyectar el futuro.
Un ejemplo nos ilustrará sobre la cuestión: cuando llegaron los inmigrantes que horrorizaron a Domingo Faustino Sarmiento, que esperaba a los cultos ingleses que él había observado en el Mississippi, y exclamó “Nos ha llegado lo peor de la Europa”; esos andrajosos recién llegados, tenían sin embargo una fuerte conciencia histórica. Se sabían descendientes de Dante, de Cervantes, de Dostoievski, de Averroes; hijos del Imperio romano, austrohúngaro, otomano…, en fin.
Los argentinos, apenas saben que “descienden de los barcos” …, como dijo alguno que, siendo abogado, demostró que era un inepto. Lo dicho, más bruto, más alto el cargo.
Pero vamos a la primera consideración que en este caso abunda sobre la desaparición de los partidos políticos en la Argentina. Primero fue la Unión Cívica Radical, a quien le debemos los argentinos nada menos que el sufragio, las elecciones limpias y las primeras reformas sociales. En la caída del radicalismo se halla el inicio del derrumbe de la República. Esto ocurrió cuando la doctrina, la mística y los símbolos del centenario partido fueron dejados de lado y la dirigencia ganada por individuos venales, corruptos, ambiciosos y sobre todo incapaces, vendieron el partido al mejor postor. En Salta, Miguel Nanni, es el paradigma de la destrucción y muerte de la Unión Cívica Radical.
Con el peronismo ocurrió otro tanto, cuando Carlos Menem inició la sodomización del Partido Justicialista, ocultando los íconos del peronismo y cambiando “Las Veinte Verdades Peronistas” por el “Manual del Banco Mundial”. El kirchnerismo completó esa infame tarea destruyendo todo atisbo de militancia y tirando a la basura la foto de Perón, de Evita, los símbolos partidarios y convirtiendo lo que otrora eran esas grandes paradas públicas del peronismo por escenarios para promocionar travestis, grupos de degenerados sociales que cantaban letras alentando a violar la ley, hasta mancillar el Himno Nacional Argentino, subiendo a cantar a “L-gante”…, o como se escriba.
Ya renegaba el General Perón con Cámpora, diciendo: “¡Qué me ha hecho este Cámpora! ¡Me llenó el partido de putos y de comunistas!”. No había visto nada todavía el General.
No podrán acusarnos de homofóbicos ni ultramontanos, ya que no abrimos juicio de valor alguno, sino que describimos la nuda historia de los años últimos recientes. Acusamos sí, de que en ambos casos -radicalismo y peronismo-, el factor clave de la destrucción de esas fuerzas políticas fue el abandono de sus principios fundacionales, de su mística y sobre todo de su historia cultural.
Esa “rara avis”, llamada “La Libertad Avanza”: Los tiempos cambiaron y los dirigentes ni se enteraron
La llegada de un personaje disruptivo como Javier Milei, a la presidencia, es producto, sobre todo, de la ignorancia de los dirigentes que no leen ni los diarios, en particular los internacionales. El grupo que patrocina a Milei, no sólo los lee, sino que además los publican, son los autores intelectuales del cambio de época al que asistimos. De esa forma, mientras los “políticos” del elenco estable desde hace treinta años, seguían dibujando un escenario al modo 1945; Milei y su banda, hacían videos en Tik Tok. Y Milei, les ganó las elecciones desde un teléfono.
Hay que reconocer que Milei, es el primer candidato que dice en la campaña lo que pensaba hacer y lo hizo. El problema es que nadie le creyó o andaban imaginando diseños proselitistas basados en la media zapatilla, el bolsón y la chapa, cuando esto ya no existe. Este enjuague anarcocapitalista viajaba en algoritmo mientras los demás andaban de caminata por los pueblos. ¿Acaso alguien vio algún afiche o gigantografía de Milei en las calles o rutas del país? Sin transpirar, “el Peluca”, les ganó a todos, particularmente pivoteado por los votos de esa generación que el kirchnerismo quiso aprovechar bajando la edad para votar a los 16. Son tan ignorantes, que la masa votante de Milei, es ¡Precisamente, la que va de 16 a 40 años!
Lo grave es que estamos a días de la primera elección y el único partido que más o menos queda en pie, el Justicialismo, ni siquiera sabe quién podrá ser candidato. Poner a los mismos de siempre, no será otra cosa que garantizar una escandalosa paliza de parte de los libertarios.
La “Batalla Cultural”
Alguna vez escribimos que el kirchnerismo no tenía destino histórico, y no nos equivocamos. Con La Libertad Avanza, ocurrirá lo mismo, simplemente, porque es un híbrido, carente de simbología, de mística y de líder. Porque, Javier Milei, es un producto de la tecnología, pero dista en todo de ser un líder popular. Lo que en el comercio se diría “un producto de ocasión”. La permanencia de Milei y sus posibilidades de un segundo mandato están supeditadas a la cantidad de mercadería que el vulgo pueda acumular en su heladera, a su permanencia en los cada vez más paupérrimos trabajos que la mayoría tiene, y que la inercia de fantasía telemática mantenga vigente en los celulares. Veremos después de la reforma laboral que se avecina cuántos siguen apoyando a este modelo, por ejemplo.
Esta “dirigencia” ha engatusado a miles de jóvenes, convenciéndolos de que están librando una “Batalla Cultural”, que no es otra cosa que la “caza de kukas”, el vituperio del “zurdo hdp…” y la denostación de todo aquel que no piense como ellos. Incluso, en un arrebato nazifascista, un energúmeno apodado “El Gordo Dan”, lanza una “corriente combativa”, un atildado “brazo armado” y una “guardia pretoriana”. ¿Cómo pueden autotitularse “brazo armado” un grupete de petiteros incapaces de sostener en sus manos una pistola de agua? Guste o no, brazo armado fueron Montoneros, ERP, y toda esa mugre que Héctor Cámpora favoreció y que liberó alegremente la noche del 25 de Mayo de 1973. Los resultados de esos “idealismos” ya los conocemos.
Ergo, aquí no hay ninguna batalla cultural por librar, simplemente, porque los “combatientes” no tienen ninguna cultura y desconocen hasta la historia reciente. Como tampoco la tienen los demás. Por eso los partidos políticos han desaparecido, porque no tienen militantes. Y no los tienen, porque abandonaron la doctrina y la historia hace rato. Una prueba de ello, ha sido el fracaso de intento de Escuela de Formación Política del PJ en Salta. Un hecho que denuncia que el partido “mayoritario” no tiene ninguna capacidad de penetración en el territorio. Simplemente, porque el paradigma sociocultural ha cambiado.
Es hora de armar algo nuevo, y hay que hacerlo de manera urgente. Pero esa neoconstrucción debe resolverse sobre la base de la historia del país y de cada partido. Nosotros hemos postulado una reunión multipartidaria que recupere los signos y los símbolos en el marco de un consenso, porque como diría Perón: “A esto lo arreglamos entre todos, o no lo arregla nadie”.
Una Guerra por la Cultura
Aquí, lo que hace falta, es librar una guerra por recuperar la cultura popular argentina. Decimos Guerra, porque hay que salir a conquistar territorio mental en un espacio tan árido como las mentes de una adolescencia y una juventud que tienen el cerebro desertificado por las redes sociales.
No es que las redes sociales sean malas, al contrario; especialmente la IA; el problema es que no existen políticas públicas que revitalicen la CULTURA POPULAR. Hemos dicho alguna vez que la Secretaría de Cultura, debería ser la nueva Secretaría de Trabajo y Previsión; pero para eso no se puede seguir nombrando ineptos culturales en esos puestos. Es una cuestión de lógica pura.
El gobernador, Gustavo Sáenz, señaló en las Jornadas del Norte Grande, algo muy cierto: el Norte, es un gigante dormido. La provincia de Salta es fundante de la Nación y todavía conserva el liderazgo regional de antaño. Pero todo discurso será un sofisma mientras no recuperemos el sistema educativo y la cultura social de los ciudadanos.
Mientras no demos un paso adelante en la recuperación de la historia y de la cultura, resonarán con mayor gravedad aquellas palabras del General Manuel Belgrano: “Mientras no tengamos educación (y cultura), en balde es cansarnos. Nunca seremos más de lo que somos”.